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En el actual contexto sociocultural hay personas que, por motivos diversos, no aceptan una despedida basada en creencias religiosas. En estos casos proponemos una ceremonia civil y nos encargamos de planificar y organizar el acto con la empresa funeraria.
Estas ceremonias giran en torno a la persona fallecida y se suelen realizar en salas preparadas o adaptadas para tal fin. Para ello, es necesario contar con un celebrante funerario persona encargada de dirigir la ceremonia.
Llevamos a cabo celebraciones de vida, de agradecimiento y del recuerdo, que se realizan pasado un tiempo del entierro, y están orientadas a compartir los recuerdos de una vida en común dando valor a los diferentes ámbitos en los que desarrollamos nuestras vidas: familiar, laboral, aficiones, etc.
Ejercemos como planificadoras capacitadas para crear, en estrecha colaboración con la familia, un acto memorial personalizado adaptado a las creencias, estilo de vida y a las preferencias del ser querido. Con la finalidad de diseñar una reunión memorable ofrecemos la experiencia y el cuidado necesarios para recopilar los detalles de una vida y poner a disposición de nuestros clientes las habilidades y los recursos para crear un evento que muestre la personalidad y las pasiones del ser querido.
El papel del celebrante funerario es asegurarse de que los familiares y amistades de la persona fallecida reciban una ceremonia acorde a la personalidad de la misma con la música, textos y lecturas apropiadas, y se anima a los asistentes a rendir homenaje con sus propias palabras. También se asegura que se respeten los deseos de la persona fallecida.
Cuando no queremos realizar una despedida basada en creencias religiosa, se celebra una ceremonia civil. Es un servicio funerario personalizado, basado en la persona fallecida y su vida. Es una celebración de la vida del fallecido y su esencia, sin importar las creencias religiosas. Se recuerdan sus virtudes, preferencias, frases favoritas, música, etc.
El servicio es oficiado por un “celebrante funerario” que teniendo en consideración el marco de tiempo y el presupuesto determinados garantizará que el funeral o memorial sea un reflejo de la vida que se honra.
La ceremonia en sí podría realizarse en un mismo lugar, y normalmente se estructura en: apertura, homenaje, lecturas textuales y despedida. Por lo general el acto se acompaña con pieza/s musical/es y, en algunas ocasiones, con flores y/o fotos, con una duración aproximada de 35 a 45 minutos.
Cada persona es única y tiene una historia que contar. Una celebración de vida es un acontecimiento personal y significativo para rendir tributo a una vida.
Perder a un ser querido es una experiencia emocional difícil, pero un funeral no tiene porqué ser un evento sombrío. Mucha gente preferiría ser recordada con una fiesta, y una “celebración de vida” es una alternativa alegre a un funeral tradicional o complementario al mismo. Este tipo de celebraciones se puede realizar pasado el tiempo que los allegados consideren oportuno después de un funeral tradicional, ya sea laico o católico.
Reúne a familiares y amistades para compartir historias, recordar y honrar a un ser querido con su comida favorita, flores, música, lecturas, decoración y cualquier otro detalle característico. Una celebración de vida puede ser simple o grandiosa, pero siempre es un evento personalizado compuesto por aquellos detalles que hacen especial a una persona. En estas ocasiones las lágrimas y las risas son igualmente bienvenidas.
Hay ocasiones en que en el momento del fallecimiento no hay oportunidad de una despedida en cuerpo presente con su ceremonia antes del entierro o incineración. Para estas ocasiones es importante realizar esa ceremonia no vivida.
Es una ceremonia que permite que todos se despidan. Es importante reconocer la vida del difunto y ayudar a sus familiares y amistades a aceptar que su ser querido ya no está con ellos. Todos los presentes tienen la oportunidad de despedirse, con amor, paz y dignidad.
Estas celebraciones permiten cerrar el ciclo y aliviar la sensación de “no despedida”, lo que posibilita el inicio del tan necesario proceso de duelo.
Ante el conocimiento de la llegada del final de su vida, cada vez más personas deciden despedirse en vida.
Estas celebraciones reúnen amistades y familiares de la misma manera que un funeral tras un fallecimiento, con la gran diferencia de que el ser querido que se honra está presente en el evento; es una oportunidad para un adiós mutuo.
El objetivo es permitir que el homenajeado escuche todos los sentimientos sinceros que a menudo se comparten después de la muerte de alguien. La persona a la que se honra suele hablar expresando amor y gratitud, y compartiendo gratos recuerdos.